¿Cómo está viviendo estas fiestas?

La verdad que son unas fiestas muy bonitas, muy nuestras. Son algo mucho más religioso que en junio, y yo personalmente las vivo con los sentimientos a flor de piel.

¿Cómo ve el programa de este año?
Cuatro días se quedan un poco cortos, la gente está acostumbrada a un poco más. Pese a esto, creo que los festejos se complementan, a lo largo de todo el verano con las actividades del Verano Cultural. Yo procuro estar en todo, ir a todo, y disfrutar de todo lo que se hace en Haro. Y es que soy una mujer muy festera. (Risas)

¿Cómo han cambiado las fiestas a lo largo de los últimos años?

Yo creo que quizás, más que las fiestas o los actos en sí, ha cambiado el modo de verlas. La juventud tiene otra visión de las cosas. Yo me quedo con lo tradicional, que es lo que me gusta, pero entiendo que tiene que haber actividades para todos: conciertos, orquestas. Por ejemplo, si lo comparamos con localidades más pequeñas yo veo que los chavales se van a Ochánduri y a otros municipios, a ver conciertos y actuaciones. No sé porque en Haro la gente no es mucho de eso, y es que como digo las cosas se ven de otra manera.

¿Con qué momento se quedaría de estos festejos?

Para mí la ofrenda de flores a la Virgen de la Vega y la Procesión del Rosario de Faroles son los dos actos más significativos e importantes. Los sentimientos están a flor de piel, y son momentos entrañables. El canto de la Salve en la Plaza de la Paz es algo increíble, y que creo que nunca se va a perder.

¿Qué les diría a los jarreros en estos días?

Que los vivan a tope, que salgan, disfruten y se involucren. Yo ya tengo muchos años, y aún así, disfruto como una enana (Risas). Tenemos que disfrutar de lo que hay, y ver qué es lo que sale bien, y lo que no, para que al año que viene, la Comisión de Fiestas pueda evaluarlo y programarlo mejor. Creo que las fiestas son cosa de todos, y hay que vivirlas y disfrutarlas.